sábado, 8 de octubre de 2011

Victor Sjöström (I). Padre del cine nórdico. Inicios, Ingeborg Holm (1913) y Terje Vigen (1917).


¿Quién es Victor Sjöström? ¿Quién ha sido, fue o es? ¿Qué? Es complicado precisar y hacerle justicia. A día de hoy se trata de un director muy olvidado, un nombre tan solo recordado por los espectadores modernos por su papel protagonista en Fresas salvajes (Ingmar Bergman, 1957). Los más avezados puede que lleguen a citar La carreta fantasma (1921) como su trabajo más representativo. Se trataría de aquellos que le conocen a través de Bergman, en quien influyó muy directamente. Otros llegarán a mencionar El viento (1928) como su otra gran película… Pero realmente, no hay una conciencia clara de su importancia y del interés de su cine. Sin duda, La carreta fantasma y El viento son las dos cumbres de su carrera como creador, pero Sjöström ofrece más en su cine y no hace falta ser historiador de cine para poder reconocer el mérito de sus otras obras. Con este post quiero sobre todo dar a conocer un poco más esas “otras obras” interesantes.
El cine nórdico del mudo dio a luz a una serie de directores brillantes y de notable relevancia: véanse Mauritz Stiller (director de La saga de Gösta Berling [1924]] y descubridor de Greta Garbo), Benjamin Christensen (autor de la película considerada por muchos pionera del terror, La brujería a través de los tiempos [1923]), Carl Theodor Dreyer (que empezaría a realizar sus primeras películas en su Dinamarca natal),… Su importancia es notable, pero realizaron sus películas, o al menos las mejores, en la década de los 20. En cambio, Sjöström empezó a lanzar sus títulos, influyentes y adelantados, en la de los 10. De ahí su importancia: Sjöstrom es un pionero en muchos aspectos del desarrollo del medio cinematográfico.
Pasando por alto algunos apuntes biográficos, cabe destacar que Sjöström nació en 1879 en Värmland, Suecia. Su familia estaba asentada en la producción teatral y desde muy joven entabló contacto con el mundo del espectáculo. Su éxito como actor y director de teatro le permitieron en 1912 ser invitado a dirigir películas por la productora Svenska Bio. Su primera película fue Una vida arruinada (1912). La segunda, El jardinero, la primera en ser censurada en Suecia.

INGEBORG HOLM (1913)
Ingeborg Holm es la primera gran película del director que nos ocupa. Está considerada por la crítica el primer clásico de la historia del cine sueco. Basada en una obra literiaria de Nils Krok, cuenta la historia de una mujer cuyo marido, dueño de una tienda de comestibles, muere, dejándola en la ruina. Las deudas del banco y el cuidado de los niños la llevan a acabar en un hospicio, incapaz de mantener su economía. Sus hijos le son retirados y dados en adopción. Cuando se entera de que uno enferma, no duda en escapar del hospicio con tal de verle. Los funcionarios públicos irán tras ella, a cazarla, tratándola de vagabunda. La dura realidad que vive va minando la salud física y mental de Ingeborg quien, tras no ser reconocida por uno de sus propios hijos, acaba volviéndose loca, perdiendo cualquier noción de la realidad y ansia de libertad. Pasará años acunando un trozo de madera como si de uno de sus hijos se tratara hasta que uno de ellos, ya adulto, acuda a visitarla, dándole de nuevo esperanzas y un poco de cordura.

Se trata de una película bastante adelantada a su fecha de realización. Supera la hora de duración y apuesta por un realismo evidente en los movimientos e interpretaciones de los actores. Nada de histrionismo, solo realismo. Se trata de dos cosas realmente novedosas para el año 1913. Muchos señalan a Sjöström como uno de los padres del realismo en la ficción cinematográfica, casi al nivel de Griffith en ese aspecto.

La cinta destaca también por el hecho de presentar a una actriz de renombre entonces, Hilda Borgström, como protagonista, reflejo de la progresiva implantación de un star system en el medio. Borgström y Sjöström seguirían colaborando en otras películas, entre las que se encuentra la ya citada Carreta fantasma. Asimismo, Ingeborg Holmes recordada por la polémica que suscitó en la sociedad sueca del momento, provocando cambios estructurales en la seguridad social y en los hospicios existentes para los desamparados, a quienes la historia de Ingeborg Holmhabía humanizado de cara a los sectores sociales más acomodados.

Sin embargo, a nivel de lenguaje visual, la película, aunque incluye ciertos adelantos, sigue enmarcada dentro del modelo de representación primitivo, y por lo general siempre presenta cada escenario desde un único punto de vista.

TERJE VIGEN / HABÍA UNA VEZ UN HOMBRE (1917)
Las películas firmadas por Sjöström a mediados de los años 10 son numerosas: su producción es imparable. Terje Vigen es la película más interesante de ese periodo, y prácticamente la que lo cierra. Se trata de la película más cara del cine sueco hasta entonces, así como la cinta que marca, según algunos, el inicio de la edad dorada del mudo sueco (que otros señalan en otra película posterior del director, Los proscritos [1918]).

Terje Vigen está protagonizada por Sjöstrom y se basa en el poema homónimo de Henrik Ibsen. Cuenta la historia de un experimentado marinero noruego quien, debido al bloqueo militar de la isla en la que vive con su mujer e hija por parte de los británicos, decide tomar una barca para traer provisiones desde Dinamarca. Vigen será capturado y encerrado durante 5 años, en los que morirá su familia. A su regreso a Noruega, envejece en soledad hasta una noche en la que una tempestad hace peligrar el futuro de un barco cercano a la costa. Vigen irá a prestar auxilio, pero más tarde dudará, al darse cuenta de que el hombre a quien pertenece la embarcación es aquel por el que fue encerrado mientras sus seres queridos morían. El héroe decide no vengarse y dejar con vida al británico y su familia, dando ejemplo.

La obra se divide en cuatro actos. Sus rótulos son fragmentos del poema de Ibsen. La copia disponible actualmente es un hallazgo reciente del Instituto de cine sueco, que se ha encargado de restaurarla y difundirla de nuevo. En esta cinta empieza a apreciarse la gran importancia de los paisajes y de la naturaleza en el cine de Sjöström como reflejo de la personalidad de los personajes y como elementos con los que dotar de mayor carga dramática y profundidad al relato. El mar es tratado como la mayor expresión del carácter apasionado y heroico del protagonista. Si bien Griffith fue el primero que se encargó de dar importancia al paisaje, nadie le dotará de tanta entidad en el mudo como Sjöström, hasta el punto de hacerle constar prácticamente como un personaje adicional.

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